viernes, 5 de octubre de 2012

EL BOSQUE




Los árboles me impedían continuar, sentía como sus ojos anacarados se fijaban en mí. Sus ojos imaginarios destacaban sobre el fosco bosque de una manera alarmante. Escuchaba las pisadas, muy próximas a las mías. Había escapado de un destino peor que la muerte, un destino al que no me resistía a claudicar. Mis labios deseosos de saborear de nuevo sus besos sangrientos sobresalían sobre mi rostro violáceo. Había tomado la decisión de alejarme de ella, jamás regresaría, al hacerlo, destrozaría todo lo que ella significaba de puro en mi vida. Me consideraba un monstruo, un ser perseguido y odiado por el resto de los hombres y ella representaba todo lo humano que alguna vez había sido. El cielo se había convertido en una telaraña minia de nubes que pronto descargarían un torrencial de azufres aguas, pero la lluvia no retrasaría mi marcha. Nada en este mundo lo haría. Entonces, el miedo a la verdad me detuvo y dejé que varios hombres con miradas feroces, me rodearan. No me defendí, ya nada me retenía a este mundo. Dirigí mis ojos a mis manos, manchadas con su dulce sangre y las lágrimas brotaron de mis ojos. Un grito anunció el ataque, podría haberlos matado,  pero dejé que el primero atravesara con su estaca mi pecho, el mundo dejó de girar, cerré los ojos y vi su rostro.