viernes, 15 de marzo de 2013

El cantar del lobo X



Arrow abrió la puerta despacio, esperaba sorprender a su primo. Kendrick dormía plácidamente. Sobre la mesa aún se encontraba el desayuno que no había probado. Agarró la jarra de agua y sin contemplación se la echó encima.
–¡Maldita sea! –bramó Kendrick medio ahogándose. 

En seguida reconoció a su primo, ambos se habían criado juntos, Arrow gracias a su nacimiento y a su madre heredaría el título de lord. Ambos eran de la misma estatura, casi podían pasar por hermanos, los dos tenían el mismo pelo oscuro, pero Arrow había heredado los ojos negros  y fríos de la familia Arrow y su maleficencia. En cambio,  Kendrick había recibido no solo los ojos azules de su madre, también su carácter, muy diferente de la familia Arrow.
–Muy gracioso, primo –le espetó Kendrick. Se levantó y se quitó la camisa húmeda –¿A qué debo tu preciada visita?
Tanto uno como el otro mantenían una relación tensa. Cuando Kendrick comprendió siendo niño, que su primo sería alguien sin honor ni palabra, decidió cumplir la orden de su padre y marcharse de sus tierras para entrar al servicio del rey Sirkan. Un día, su primo montó en Negro, el mejor caballo de su tío. El animal era un purasangre, tan salvaje e indomable que salvo el viejo Arrow, nadie más podía montarlo. Pero su primo se obstinó en lo contrario, contraviniendo todas las órdenes de su padre, montó en Negro. El caballo se agitó nervioso y lanzó a Arrow contra las vallas, el chico humillado ante la vista de todos, cogió un látigo y esa misma noche lo golpeó hasta matarlo. Salvo uno de los mozos  nadie fue testigo de su proceder, pero Kendrick no olvidaría jamás qué vino más tarde. Su primo lo acusó de haber sido el causante de aquella barbarie, el mozo juró que era verdad. Así que Kendrick sufrió el castigo. El encargado de impartirlo fue su propio padre, recibió veinte latigazos. Además, su padre pagó el doble del precio que había costado el animal a su tío, algo que supuso para sus siervos un duro golpe. Ese invierno había sido tan lluvioso que las cosechas fueron demasiado pobres. Arrow nunca confesó la verdad, pero un día le dijo que sentía todo lo que le había pasado, pero era el futuro lord Arrow y Kendrick era su siervo. Quién mejor que un pariente para sobrellevar sus desafortunados tropiezos. Kendrick se juró entonces que algún día le haría pagar por todo ello, pero ese día aún no había llegado.
Por su parte, Arrow soportaba a su primo por un interés mezquino. Su padre en su delirio le había amenazado con desheredarle en beneficio de Kendrick. El viejo le aseguraba que su primo sería mejor lord. Eso le provocaba un mayor rencor. Aprovechaba cualquier ocasión para humillarle, aunque su puesto dentro del Consejo exigía que esas humillaciones no fueran impropias de un hombre de su rango.  Cuando recibió la noticia de que el capitán Kendrick había regresado y, al contrario que Sirkan, no había sucumbido en la batalla sintió una profunda decepción.
–Bonita cicatriz –Kendrick se acarició la herida. Al menos, había dejado de sangrar–. Seguro que ahora gustas mucho más a las  mujeres. 
–Seguro –respondió Kendrick, mientras observaba a su primo buscar con la mirada un lugar dónde sentarse–. Primo, ¿qué quieres?
–El Consejo te ha encomendado una misión –Kendrick lo miró con desconfianza. Su primo se había sentado en una postura propia de un rey y  miraba como terminaba de vestirse. A la vez mordisqueó una manzana del desayuno–. Quieren que encontremos a la bruja.
–¿A la princesa Adele? ¿Por qué?
–¡No le llames princesa en mi presencia! –Arrow arrojó la manzana y está se estrelló contra la pared–. La bruja se casará con Traim.
–Esa sería una buena jugada –comentó en voz alta Kendrick aunque sólo había sido un pensamiento.
–Eso dijo el viejo lord Conrad–. Su primo se levantó y se acercó a la ventana. 
–¿El Consejo ha barajado la posibilidad de que la chica no esté de acuerdo?  –preguntó Kendrick sin delatar su verdadero interés de la pregunta. Su primo no era muy astuto, pero era capaz de encontrar en la mirada y en los gestos de una persona sus auténticas intenciones.
–El Consejo nunca piensa… –Kendrick observó un brillo acerado y violento en los ojos de su primo.
–Pero tú sí.
–Siempre fuiste el más inteligente de los dos, pero no sabes lo que es tratar con esa jauría de vejestorios lores. Al final debes aprender a ser más listo que ellos si no quieres convertirte en la presa. Quieren que esa zorra se case y así tener un rey fuerte en el trono. 
–Pero tú quieres todo lo contrario –le acusó Kendrick al descubrir las reales intenciones de su primo–. ¡Piensas matarla! –exclamó Kendrick.
–Exacto. ¿Debo recordarte que tu padre debe vasallaje al nombre de Arrow? –le amenazó.
–No hace falta que me recuerdes a quién debo obediencia –Kendrick pronunció esas palabras con esfuerzo–. No te traicionaré.
–Quería asegurarme de que lo tuvieras presente –sonrió.
Kendrick terminó de vestirse y se colocó sus armas. Pensó en que todo lo conducía a matar a la princesa Adele, todo menos su voluntad.