El sueño de la aldea Ding llegó a mis manos por pura casualidad. Buscaba
lecturas orientales y descubrí este libro. Sus páginas están cargadas de un
realismo duro, de una situación dramática que solo la pluma de Yan Lianke es
capaz de describir con un lirismo único. Basada en hechos reales deja en el lector
—al menos así fue en mi caso— la sensación de impotencia y dolor al narrar unos
sucesos que desearías hubieran nacido de la imaginación del autor. Al igual que
Lianke, quien confiesa que al terminar de escribirla, necesitó dos días para
recuperarse de este viaje vital. El lector siente esa misma necesidad de
reponerse por este éxodo al infierno en el que nos sumerge el escritor en sus
páginas.
Esta
novela desgarradora no solo es un libro cargado de poesía y de imágenes narrativas
singulares, sino que es, en realidad, una denuncia social. Y se ha convertido
en la voz de todos aquellos que por avaricia, pobreza e ignorancia sufrieron
las consecuencias más atroces de una enfermedad como el SIDA.
El sueño de la aldea Ding es una lectura
intimista, adictiva que deja en el lector una muesca difícil de olvidar.