miércoles, 1 de febrero de 2017

The Goulden House - Bajo el cielo de Meerut

En este segundo post hablaremos sobre los Fumadores de Opio. En Bajo el cielo de Meerut, Abel Henwick, tío de Vera, es un asiduo cliente del The Goulden House. En la época victoriana, pese a su encorsetada moral, estaba muy extendida la cultura del opio. Numerosos personajes, ficticios y reales, lo consumían de diferentes maneras, considerándose “una droga social”. Pero no tanto los lugares donde se tomaba, ya que en la mayoría de ellos se practicaba la prostitución. Los ingleses como muchos de los europeos vieron en el negocio del opio un beneficio económico que propició las exportaciones y consumo de la droga. Incluso desde China se envió una carta a la reina Victoria contándole los peligros de tal consumo. Los chinos le pedían que cortara dichas producciones y acabase con las exportaciones. No cabe decir que la reina hizo oídos sordos a tal petición ante una cuestión económica que movía cantidades ingentes de dinero. Tan solo ocasionó un enfrentamiento mayor entre ambas naciones y como consecuencia una guerra. De todos modos, el consumo estaba tan aceptado, que incluso en la botica real se suministraba la droga sin ningún tipo de restricción. 

En Inglaterra, los escritores fueron grandes consumidores, muchos en la versión más extendida y medicinal que era el láudano. Se trataba de una tintura alcohólica de opio. Entre sus ingredientes se encontraban, además de dicha sustancia: vino blanco, azafrán, clavo y canela. En su origen se utilizaba para calmar cualquier tipo de dolor. El autor de Sherlock Holmes, sir Conan Doyle narró de forma detallada qué encontrarías en un fumadero de opio en su novela El hombre del labio retorcido. El narrador no es otro que el doctor Watson: «A través de la penumbra se podían distinguir a duras penas numerosos cuerpos, tumbados en posturas extrañas y fantásticas, con los hombros encorvados, las rodillas dobladas, las cabezas echadas hacia atrás y el mentón apuntando hacia arriba; de vez en cuando, un ojo oscuro y sin brillo se fijaba en el recién llegado».

No fue el único escritor del que se cree que tomaba láudano y como resultado de su adición escribiera grandes obras literarias. También se sospecha que el escritor Lewis Carroll, autor de Alicia en el País de las Maravillas pudiera tomar dicha sustancia. El escritor sufría graves dolores de cabeza y para contrarrestarlos quizá bebiese láudano, ya que era un medicamento normalizado en la época y totalmente legal. Si se ingería en grandes dosis causaba efectos psicotrópicos. Algunos estudiosos de la obra de Carroll han sugerido que en algunos pasajes de la misma, el autor hace referencia a posibles sustancias psicodélicas. Así que barajan la posibilidad que el escritor inglés hubiera escrito Alicia bajo los efectos de dichas drogas. Aunque también hay quien sostiene que nada de eso es cierto y que Carroll tenía una prodigiosa imaginación. 

Para la época victoriana el problema no era que producto se consumía, sino cómo se consumía. La toma ingerida de láudano estaba legalmente aceptada, mientras que la forma oriental de fumar el opio se relacionaba con el vicio y la degradación. La primera manera de consumición era propia de las clases burguesas y altas, la segunda, se relacionaba más con las clases pobres y marginadas. Por aquel entonces un consumidor de opio no era considerado peor que un borracho y en contadas ocasiones tenían problemas con la policía.