martes, 23 de enero de 2018

Femme Fatales


Ilustración de Carmen de Benjamín Lacombe


Prosper Mérimée

En diciembre asistí a una conferencia del ilustrador Benjamín Lacombe en la que nos contaba el proceso creativo de su último libro ilustrado Carmen, publicado por la editorial Edelvives. En él nos cuenta la historia de una de las femme fatales por excelencia a lo largo de la literatura universal. Escrita por Prosper Mérimée en 1845 y publicada en 1847. El autor se inspiró en una historia que le contó la condesa de Montijo durante su visita a España en 1830. El autor convierte a Carmen en una mujer apasionada e implacable con todos aquellos hombres que tienen la desgracia de cruzarse en su camino.


Ilustración de Benjamín Lacombe

En esta ocasión, Lacombe animaliza a Carmen de una manera aterradora, poco a poco transforma a esta mujer en una araña que debilita, manipula y consume a un hombre, don José, hasta conducir a ambos a la destrucción.




Sansón y Dalila (Rubens)
Mérimée no es el primero que utiliza a las femme fatales en sus historias. Estas mujeres siempre han aparecido en novelas, cuentos e incluso leyendas. Un claro ejemplo sería Helena de Troya, una mujer que causó una guerra; otras, pueden acusarse de la ruina de un solo hombre como Salomé o Dalila.



Una de las mejores descripciones que podemos encontrar sobre las femme fatales es la de Valle Inclán: La mujer fatal es la que se ve una vez y se recuerda siempre. Esas mujeres son desastres de los cuales quedan siempre vestigios en el cuerpo y en el alma.



Rita Hayworth


No solo la literatura las ha utilizado, sobre todo, el cine ha sido un lugar dónde han dominado por excelencia. Personajes oscuros, misteriosos y sensuales que han llevado a la desesperación y destrucción a hombres obsesionados con ellas.



Hasta ahora, una femme fatale sería una mujer bella, independiente, capaz de convencer y seducir con su conversación y mentir hasta lograr sus objetivos. Incluso puede carecer de una belleza irresistible o de una verdadera maldad. Siempre han sido y serán un producto social, la conclusión de unas vivencias desagradables y terribles. 

Marlene Dietrich
A veces, solo se trata de sobrevivir. Nada más.