viernes, 26 de octubre de 2012

UN DÍA EN LA OFICINA






De la rutina insípida de su oficina, pasó al mundo efervescente de los latigazos y las correas. De los números en balances infinitos, al finito placer de sus órdenes autoritarias. De la aburrida comida en tupper de plástico, al animado sabor del alcohol en sus labios. De la chaqueta de algodón, a la mejor de… ¡Maldita sea! ¡Otra vez soñando! Los gritos de su jefa lo devolvieron de nuevo a la realidad de la insípida oficina, de los balances infinitos, de la aburrida comida y de su chaqueta de algodón. Entonces, pensó en cómo lo castigaría esa noche, pero ella le devolvió una prometedora sonrisa maliciosa cuando advirtió su erección bajo la mesa.