jueves, 25 de abril de 2013

El cantar del lobo XIV



La espesura del bosque los rodeaba. La falta de estrellas aumentaba la sensación de oscuridad. Kendrick miraba el fuego concentrado en recordar unos ojos cristalinos y una boca tan roja como las llamas que contemplaba.

–Estás muy callado. –Arrow emitió un sonoro bostezo.
–Estaba pensando en quién ocupará el trono –mintió consciente de que su primo lo miraba atentamente en busca de la verdad.
–El viejo Conrad lo desea desde hace mucho tiempo –Arrow arrojó una rama al fuego–.  A mí me importa poco, sólo quiero matar a la bruja y heredar a mi padre. 
Kendrick guardó silencio ante las duras palabras de Arrow. Su primo poseía una ambición que deseaba que algún día le acarreara serios problemas.
–¿Qué harás si no encuentras a la chica?
–No te preocupes primo, la encontraremos. 
–¿Por qué estás tan seguro?
–Porque ella vendrá a mí –Kendrick tensó su labio inferior y aguardó a que Arrow continuara hablando–. No andará muy lejos de ese lobo. ¡Escucha!
Kendricl oyó el aullido de un lobo muy cerca de donde habían acampado. Era un aullido profundo, tan desgarrador que recordó las palabras de Jame, el palafrenero de su padre: cuidado con el cantar del lobo es un mal presagio.
–¿Cómo sabes que es ese el lobo? –preguntó inquieto al recordar a Jame–. Esta tierra está plagada de esos animales.
–Conozco muy bien el aullido de ese animal.
Arrow arrojó al fuego con furia otra rama. Kendrick lo miró fijamente, parecía que entre la princesa y su primo había algo muy personal y no sólo se refería a lo sucedido a su madre. Arrow la  odiaba de una forma enfermiza. Todos conocían la razón, pero él creía que existía otro motivo. 
–¿Qué te ocurrió? –preguntó consciente de su propio error.
–Nada y te sugiero que no te metas en mis asuntos –la voz de Arrow resonó tan cortante como una navaja. Se levantó y antes de marcharse le advirtió–: Voy a matarla. Ni tú ni nadie, me impedirá hacerlo. 
Después, se giró y se adentró en la espesura del bosque. Al alba ambos se pusieron en marcha, las huellas del lobo eran claras, pero debían encontrarlo con rapidez o las nubes que amenazaban una lluvia torrencial borrarían las huellas del animal. Kendrick sabía que no sería fácil capturarlo y con seguridad alguno de ellos saldría mal parado. En un claro, el lobo negro de la princesa permanecía inmóvil, aguardaba estático a que los hombres se acercaran. Sus ojos ambarinos, casi humanos, miraban a los dos humanos con valentía. Arrow con señas indicó a su primo que rodeara al animal, Kendrick así lo hizo, aunque dudaba que el lobo de Adele se mantuviera tan pacífico. Su primo había sacado una red e intentaba que el animal cayera en ella. A Kendrick ese acto estúpido le pareció que acabaría mal, pero el animal dejó que Arrow lo atrapara. Se giró hacia él y juraría haber visto una sonrisa en los ojos del lobo. Ese animal no era como el resto y ambos los sabían, aunque su primo parecía eufórico por su captura.
–¡Lo hemos hecho! Ahora, ella acudirá a mí. Haz que todo el reino sepa que su lobo está en mi poder. 
El animal dejó que Arrow le pusiera el lazo, ni siquiera hizo el intento de enseñar los dientes. Kendrick cada vez desconfiaba más de la actitud mansa del lobo. 
–No me gusta –terminó por confesar.
–Eres un aguafiestas. Este lobo está domesticado. No era brujería, sólo es un perro. 
–No me parece ningún perro.
–¡Vamos! Esa zorra lo ha criado como a uno–. El lobo mostró los dientes, Arrow sacó su espada, pero inconscientemente Kendrick se interpuso entre los dos. 
–Si lo matas ahora, no te servirá de mucho –. El capitán se giró al notar cómo el lobo lamía su mano. 
–¡Ves! Yo tenía razón, se comporta como un perro. 
Arrow le entregó la cuerda y Kendrick la ató a su montura. Entonces emprendieron el camino hacia el castillo de Arrow. 
–Este no es el camino al Castillo de Aguas Grises.
–Iremos a un sitio mejor. 
–Primo, la orden era atraparla y conducirla hasta Aguas Grises.
–La orden será la que yo diga, y ahora, digo que vayamos a mis tierras–. Los ojos oscuros de Arrow desprendían un odio evidente, que incluso el lobo percibió y provocó que emitiera un gruñido–. Soy el nuevo lord.
–Tu padre aún no ha muerto.
–Pero lo hará pronto –vaticinó con una sonrisa complacida y espoleó su caballo. 
Kendrick miró al lobo un instante y le dijo:
–Sé que me entiendes, también que te has dejado atrapar. La cuestión es por qué.
El lobo lo miró fijamente durante un instante y después comenzó a caminar.