lunes, 6 de febrero de 2012

EL ÁNGEL ROJO


El comandante de la Guardia Suiza nunca llegó a cruzar el umbral. Inmóvil, contempló a través de la puerta el cuerpo  inerte de Gloria. Su pelo rojo brillaba con intensidad y, aún conservaba un olor afrutado, que ni siquiera la muerte le había arrebatado. Sus ojos verdes miraban fijos hacia la puerta y su perfecto rostro exhibía un gesto de incredulidad. El comandante sintió rabia por haber confiado en ella y sobre todo por amar a una mentira. Ahora, su carrera estaba destrozada y su familia sufriría las consecuencias de su error. Arrugó entre las manos la carta de la traición, la vida de miles de hombres habría podido salvarse, si él no hubiera accedido a las peticiones de Gloria. Pero no pudo resistirse al poder de un ángel rojo. Apuntó a su sien con el arma y disparó.