domingo, 5 de febrero de 2012

Las fases de la luna




Luna Nueva o Luna Negra:

Durante un instante ningún reflejo de la luna iluminaba el camino. La joven avanzaba deprisa para salvar la vida. Tan sólo la separaba de la venganza de su enemigo esas horas que pertenecían a la noche. Una venganza que había tejido, al igual que la mejor tela de araña, con una precisión asombrosa. Miró al lugar del camino, dónde la luna había dejado caer uno de sus pálidos haces de luz la noche anterior. Entonces, escuchó el aullido de un lobo y supo que él la había encontrado.

Luna Nueva Visible o Luna Creciente:

La luna era una pequeña figura en el cielo estrellado. Había cabalgado durante todo el día con un sólo objetivo: encontrar el motivo de sus desgracias. Sabía hacia dónde se dirigía y por muy poco no la había apresado la noche anterior. Miró hacia el cielo y la luna lo miró con desprecio. En aquel momento sintió temor y también pena por sí mismo, al comprender que se había convertido en un verdugo.

Cuarto Creciente:

Esa noche el cansancio la obligaría a detenerse. Miró a la luna, esta vez un semicírculo iluminaba el camino. La inquietaba no saber el motivo de esa persecución. Había analizado una y otra vez que pecado había cometido y se sentía tan inocente que las lágrimas brotaron de sus ojos sin evitarlas.

Luna Gibosa Creciente:

Él contemplaba el proceso de aquella luna al perder su rectitud y tomar día tras día una forma cóncava. No aguantaría mucho más, había visto que las huellas eran más lentas, su presa estaba agotada y posiblemente la encontraría con facilidad muerta desfallecida en mitad del bosque. Cada noche que pasaba, la luna se convertía en la mejor guía al iluminar el camino por dónde seguir.

Luna Llena o Plenilunio:

Aquella noche sólo podía acabar con el encuentro de cazador y presa. Ella le vio cuando la luna se transformó en un círculo gigante. Él no estaba preparado para ese encuentro, pero ese inocente rostro, de piel tan pálida como la luna que los vigilaba, había causado mucho dolor. Apretó el puño de su espada y se dirigió hacia ella con la intención de matarla.

Luna Gibosa Menguante:

Al ver al joven acercarse a ella con la mirada de la muerte en sus ojos, pensó en otra noche, en otro lugar y en otro momento. La luna aquel día era cóncava, lástima que no pudiera hacerle comprender que cometería un error, sólo la luna era testigo de su inocencia.

Cuarto Menguante:

El joven recordó a su hermano y miró a esa bella mujer. Sólo vio el engaño en sus labios, la traición en sus ojos, la muerte en sus manos y entonces todo estuvo claro para él. Ahora, sí era consciente del pecado que ella cometió y de su venganza. Miró a la luna que esa noche tenía una forma de semicírculo y le juró servirla hasta su último día en la tierra, en cambio, el astro le mostró la muerte de su hermano.

Luna Menguante:

La joven vio la espada en forma de guadaña al igual que la luna que la iluminaba y supo que había llegado su fin. Sin embargo, cuando el joven soldado quiso ejecutar su plan a él le tembló la mano. El rostro de ella mostraba una rara belleza, un brillo inagotable, una irrealidad que lo hizo dudar. Pronto amanecería, él la miró directamente a los ojos y ella le sonrió, aquella sonrisa le hizo perder su valentía. Los primeros rayos de luz hicieron etérea la imagen de la joven, su palidez era asombrosa y su transparencia casi visible. El joven soldado intentó retenerla, tiró de su brazo para sujetarla, sin embargo, ella ya no estaba allí, la luz dominaba por completo a su alrededor, el día había llegado, la luna había desaparecido.